Viernes, 4 de enero de 2013 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Alfredo Serrano Mancilla *
El mandato constitucional del “Vivir Bien en Bolivia” tiene prisa. El gobierno de Evo Morales no ha esperado al Primero de Mayo como viene siendo habitual en los últimos años para comunicar una nueva nacionalización. La electricidad es un bien básico en el vivir bien del pueblo, y como tal es tratada por la revolución democrática y cultural que experimenta el país. Esta disposición no es ni mucho menos un acto aislado, sino que conforma una estrategia estructural de responsabilidad a favor del pueblo boliviano y de apropiación de los recursos propios. Hace unos meses fue el turno de la Red Eléctrica Internacional SAU, subsidiaria de la Red Eléctrica Española, en la Empresa Transportadora de Electricidad. Y esta vez le tocó a cuatro filiales de Iberdrola: dos distribuidoras, una de servicios y un fondo de inversión. De esta manera, Bolivia sigue en su política de apropiarse de aquello que el pueblo necesita y que le fue expropiado en las décadas sufridas neoliberales. En los años ’90, como fruto del Disenso de Washington, en pleno apogeo de política monopolizada bajo el objetivo del pago de la deuda ilegítima financiera a costa de mayor deuda social, los programas de desajuste y los planes de desestabilización se dedicaron a “capitalizar” empresas públicas en un modo bien perverso: las empresas públicas eran pseudo privatizadas a favor de intereses particulares que sólo tenían que firmar una promesa de un futuro aporte (50 por ciento) en una ampliación de capital. Así, en la cresta de esas décadas perdidas, la transnacional española (completa contradicción) compró la Compañía Boliviana de Energía Eléctrica, controlando los mercados y su distribución en muchas ciudades importantes del país.
Esta política económica suena a música lejana en tierras españolas porque su gobierno no concibe ninguna decisión que repercuta a favor de las grandes mayorías. Mientras el eje de la política implementada en la periferia europea es seguir pagando la deuda con la imposición de un déficit mínimo en detrimento de la sanidad, la educación y de cualquier servicio básico, el gobierno boliviano no se aleja de los problemas de su pueblo y se ha dedicado a reducir pobreza y desigualdad, a controlar los sectores estratégicos, a redistribuir el incrementado excedente económico y a tener una política de precios justos con todos aquellos bienes que son consumidos predominantemente por la mayoría de la población. Un ejemplo categórico es el caso de la leche que, gracias a una política productiva creativa y justa, ha conseguido aumentar el pago a los pequeños productores reduciendo el margen de ganancia del monopsonio de la translatina peruana Pil y manteniendo un precio estable fijo por litro de leche para el consumidor final. Esto es una clara muestra del “sí se puede” siempre y cuando se desee políticamente garantizar que el pueblo viva bien, buscando así los instrumentos técnicos más factibles para ello. En el caso de la electricidad, el motivo de la nacionalización era obvio: las empresas privadas poco se han preocupado de las zonas rurales con población dispersa porque esto iría en contra de su única obsesión, la obtención de una alta tasa de beneficio. Evo Morales no hace Patria defendiendo los intereses de diez familias, sino que no le tiembla el pulso si ha de acometer una nacionalización de esta envergadura a pesar de pagar el alto peaje de tener en contra el eco mediático internacional. Los tiempos son otros; Bolivia continúa el camino de su década ganada en un marco regional favorable no sintiéndose solitaria frente a los poderes económicos internacionales puesto que posee buenos y sólidos aliados en el progresista continente sudamericano.
Por todo ello, no resulta anómalo que en Bolivia, presidente y vicepresidente sigan teniendo una aprobación por encima del 50 por ciento, mientras que en España, el último dato de Metroscopia presenta un máximo de desaprobación para el gobierno y su casta política. Menospreciar, desatender, no representar y divorciarse de su pueblo es lo que tiene.
* Doctor en Economía, coordinador América Latina CEPS.
@alfreserramanci
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